domingo, 14 de junio de 2009

SINDICATOS: UNA MENTIRA

El papel de los sindicatos en la sociedad actual está cuestionado. Algunos, como CCOO y UGT, se arrogan la representación del total de los trabajadores cuando sus afiliados son una ínfima minoría del total de los asalariados. Y, si medimos su representatividad por los votos que recogen en las elecciones sindicales, podremos comprobar que no son siquiera mayoritarios pues la multitud de sindicatos independientes obtienen, en total, más votos que ellos.

Pese a todo esto, CCOO y UGT reciben dinero a espuertas del gobierno español: indemnizaciones por expropiaciones realizadas después de la guerra civil (¿existía CCOO entonces? La CNT sí... ¿por qué a esta no se la indemniza como le correspondería debido a la implantación que tenía en aquellos años?), comisiones por la gestión del plan de pensiones de los funcionarios, dinero para los cursos de formación, ... millones y más millones de euros.

Teniendo todo esto en cuenta, ¿a quién le puede extrañar que los dirigentes de CCOO y UGT no sean otra cosa que la alfombra extendida a los pies del gobierno? ¿Alguien puede esperar de ellos que organicen una auténtica movilización por el empleo en el país con más desempleo de toda la Unión Europea? (4.361.000 parados según las últimas estadísticas ofrecidas por el Comisario Europeo de Trabajo, el 21% de los parados de toda la Unión Europea).

Y es que los sindicatos, desde hace mucho años, sólo son una mentira. Traigo aquí las palabras del pensador Zygmunt Bauman, extraídas de su obra "Libertad", acerca de los sindicatos. Después de leerlas, todo queda explicado...

"... observadas desde la perspectiva de sus consecuencias a largo plazo, las luchas sindicales parecen haber logrado algo muy diferente. Con cada éxito, desplazaban las preocupaciones de los trabajadores un paso más allá de la jerarquía de poder en el lugar del trabajo hacia la libertad de elección individual y la autonomía fuera de la fábrica; progresivamente desactivaron los conflictos de poder, transformando la energía que liberaba el disenso en presión ejercida sobre el mercado de consumo. Inicialmente, la lucha sindical pretendía salvar, o ampliar, la dignidad y la autoestima de los trabajadores en las condiciones de subordinación continua y negación de autonomía personal dentro de los muros de la fábrica. Pero gradualmente ese teatro de la guerra por la dignidad humana se fue cediendo al enemigo, y se aceptaron plenamente las "prerrogativas de la dirección". Cada vez más, el esfuerzo sindical se centró en obtener para sus miembros una existencia privilegiada fuera del lugar de trabajo: las condiciones materiales necesarias para gozar de la libertad de consumo, para reafirmar la autonomía cedida en el lugar de trabajo en el nuevo y magnífico universo del mercado de consumo."

Y es que la última frase en negrita define a la perfección lo que parece ser la principal ocupación de los grandes sindicatos: "obtener para sus miembros una existencia privilegiada fuera del lugar de trabajo".

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